Marzo 2003:
EL ESPECIAL MODERNISMO CANARIO

  Jesús Páez – Yolanda Arencibia
 
 
El amplio movimiento que adoptó en el ámbito hispánico el nombre de Modernismo es una tendencia renovadora (sobre todo de la literatura y, en general, del arte) que surge como respuesta a la crisis finisecular y una reacción contra el naturalismo y el positivismo. Supone el Modernismo una nueva actitud y un nuevo modo de concebir y de pensar que contribuyeron a la consolidación cultural, estética y literaria de diferentes estadios culturales del mundo hispánico. Desde esta perspectiva hoy puede hablarse de Modernismos: hispanoamericano, catalán, canario, etc.

En nuestra isla –en Canarias, en general- la llegada del Modernismo fue tardía, fragmentaria y dispersa; llegó en las primeras décadas del siglo XX para renovar ideas y conceptos. Y la nueva actitud estética va a convertirse en el mejor medio de configuración de una moderna personalidad canaria, más allá del mero costumbrismo, folklorismo y regionalismo anteriores, que habían iniciado, románticamente, los poetas regionalistas, como Nicolás Estévanez.

El Modernismo fue adoptado en primer lugar por los poetas considerados como la tríada clásica de la poesía modernista canaria en sus obras más características: el conjunto poético unitario
Las Rosas de Hércules (1919 y 1922) de Tomás Morales; el poemario de especial simbolismo que titula Alonso Quesada El lino de los sueños (1915) y la lírica entrañablemente marítima que se despliega en El caracol encantado (1926) de Saulo Torón. En virtud de ello, el movimiento modernista se convirtió en el signo de identidad de la cosmovisión canaria, al poner de relevancia Morales el atlantismo, el cosmopolitismo y la universalidad, Alonso Quesada el síndrome de aislamiento e intimidad y Saulo Torón el sentimiento del mar. Ambos son los superadores de la obra de sus predecesores, como Julián Torón y Domingo Rivero.

El arte modernista es plural, múltiple; con gran capacidad para manifestarse en campos artísticos muy distintos, rompiendo barreras entre ellos e intercambiando y hasta fusionando símbolos y motivos artísticos, desde la exhuberancia vegetal a lo geométrico. Las
artes gráficas asimilaron el ansia de belleza y el narcisismo modernistas estallando en diseños e ilustraciones que hicieron del libro y la revista vehículos artísticos que conjugaban experiencia literaria con emoción estética. Las cubiertas diseñadas por Néstor de la Torre o por Hurtado de Mendoza para los libros de los poetas modernistas canarios son ejemplos artísticos de especial relevancia. Bajo la marca del modernismo aparecieron las primeras revistas literarias insulares (artes plásticas y literatura): Florilegio en Las Palmas y Castalia en Tenerife. Y los modos modernistas aplicados al humor gráfico (con gran libertad de interpretación) han dejado muestras y nombres de gran interés: como los de Alberto Manrique de Lara y de Manolo Reyes, humorista gráfico de Florilegio cuyas creaciones aparecen igualmente en Castalia. También la música asume los modos modernistas, como manifiestan particularmente composiciones de algunos músicos cuyas piezas van más allá de la inspiración costumbrista y folclórica, tales como José Hernández Sánchez, autor del vals macabro para piano "La cabeza del bautista", o el barítono Néstor de la Torre Comminges.

Artísticamente, el modernismo canario más representativo está vinculado a la burguesía comercial y obedece asimismo al fenómeno periférico de la provincianización. Se manifiesta, fundamentalmente, en la
Arquitectura y desde una base ecléctica; por ejemplo, en los proyectos de los arquitectos Laureano Arroyo y Fernando Navarro. De manera más pura se muestra el Modernismo arquitectónico en la decoración de las fachadas de muchos edificios de la calle comercial de Triana -en particular, el edificio Lleó (Triana, 65), el edificio Apolinario (Triana, 76) o el edificio Rodríguez (Triana, 82). Culmina esa línea en el atractivo kiosco del Parque de San Telmo, que exhibe motivos ornamentales tan característicos como la flora o el dibujo geométrico, y materiales decorativos como el azulejo cerámico o los cristales emplomados. Otros ejemplos importantes de modos modernistas en arquitectura y en diseño son la fachada del Gabinete Literario, remodelada en 1919, y el conjunto de casas de la calle de Perojo de la capital grancanaria.

El arte modernista de la Isla cuenta con una personalidad de especial relevancia: el polifacético Néstor Martín Fernández de la Torre (Néstor, por excelencia) que logró manifestar una gran fuerza simbolista en distintos diseños: en la pintura, en los murales, en los decorados teatrales, en las artes gráficas (grabados, libros ilustrados, viñetas, carteles), en los diseños de moda, en el interiorismo y en la alfarería. Néstor, que había bebido en las fuentes de los grandes pintores simbolistas, se colocó a la vanguardia del modernismo español en 1908 (cuando residía en Barcelona), y fue evolucionando hacia un modernismo sintético muy personal que no ocultaba la presencia de los poetas de su tierra y de su tiempo. Néstor nos ha legado en su obra muestras importantes de distintas vertientes artísticas, que coinciden en el propósito firme de servir a una
identidad canaria: desde el Poema del Atlántico o la serie pictórica incompleta del Poema de la tierra, a sus bocetos escenográficos e ilustraciones insertas en el llamado Art Nouveau. Muestra igualmente Néstor su propósito de recobrar lo canario tradicional en otras actuaciones artísticas: como los bordados, la alfarería y las vestimentas típicas.

El motivo de la
moda, muy importante en la estética modernista, adquirirá relevancia especial en la complejidad creativa de Néstor, que dejó cientos de dibujos, esbozos y bocetos: trajes de salón y de gala para damas, diseños folclóricos, fantasías carnavaleras, coreografías para ballet, etc. En la realidad de los diseños, creó Néstor una moda ideal que plasmó en retratos diversos (La Dama del collar, La hermana de las Rosas, La Maja del Abanico, o La señora de Enrique Moss, entre otros); también en el conjunto de sus exquisitos Figurines (1900-1915). Diseñó Néstor para modelos reales atuendos completos de vestidos, tocados y adornos que conjugan voluptuosamente líneas y adornos de raigambre modernista, entreverando la complicación floral, el arabesco o el quiebro geométrico.

 

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