Durante siglos, el principal punto de llegada de
buques a la capital grancanaria se ubicaba en el
Muelle de San Telmo. Pero en la segunda mitad del siglo XIX,
aquel viejo e incompleto dique de atraque era a todas luces insuficiente,
pues sus condiciones impedían la posibilidad de acoger un
incremento de la flota y, desde luego, no podía ofrecer los
servicios portuarios necesarios para hacer de la isla escala principal
para la navegación atlántica. Tras la etapa de despegue
económico que siguió a la concesión de los
Puertos Francos (1852), se planteó en Gran Canaria la
necesidad de contar con instalaciones portuarias más idóneas.
Ya en 1856, en una Exposición
que dirigió al Ministro de Fomento el Gobernador
de Canarias, se sugirió la necesidad de construir un
muelle auxiliar en el puerto de La Luz que estaba ubicado en la
bahía de las Isletas, un lugar muy apropiado por sus magníficas
condiciones de abrigo y por sus espléndidas posibilidades
para la construcción de los muelles. Además, en 1854
se había iniciado la carretera que unía el casco urbano
de Las Palmas con el Puerto de La Luz, una obra que salvaba la distancia
de casi 7 kilómetros que separaban ambos núcleos.
Por fin, la Real Orden de 18-XI-1856 dispuso que se proyectaran
las obras para un nuevo muelle. Llevó a cabo el proyecto
Clavijo
y Pló, en 1857, diseñando un muelle auxiliar al
de Las Palmas con una línea de 200 metros, rematado por un
martillo. El proyecto se aprobó en 1858, pero no llegó
a ejecutarse.
En 1861, el Ayuntamiento de Las Palmas elaboró una nueva
Exposición en la que se solicitaba la construcción
de un "puerto de estación, de abrigo y de refugio"
en La Luz. Esta vez diseñó el proyecto el ingeniero
Juan
de León y Castillo, y fue aprobado por una Real Orden
el 18 de junio de 1862. Pero, tras licitarse las obras, éstas
se irían retrasando hasta quedar suspendidas por razones
diversas, desde las dificultades financieras a los problemas de
índole material y técnico.
A partir de la década de los setenta y ochenta del siglo
XIX, se retomó la iniciativa, tanto por razones de crisis
económicas, como porque la creciente actividad de la navegación
intercontinental suponía una gran oportunidad para aprovechar
los trayectos atlánticos y el ingente trasiego de buques
y mercancías. Diversas Instituciones públicas y privadas
de Gran Canaria (Real Sociedad Económica
y Círculo Mercantil) llevaron
a cabo distintas actuaciones en pro del proyecto, solicitando que
todos los esfuerzos portuarios se concentraran en La Luz. Ante las
dificultades legales y presupuestarias para conseguir la declaración
de un Puerto de interés general (a lo que se unía
la rivalidad de la aspiración para que dicho puerto se ubicara
en Santa Cruz de Tenerife), los representantes grancanarios, encabezados
por el político Fernando
de León y Castillo, optaron por solicitar un Puerto de
Refugio ya que, en este caso, las obras correrían por cuenta
del Estado, y la aprobación llegaría antes.
En efecto, en la Ley del 27 de abril de 1882, el Puerto de Refugio
de La Luz se incluyó entre los puertos de esta índole
y el proyecto de las obras, que había sido encargado a Juan
de León y Castillo, se ejecutó en el largo plazo de
unos 20 años, entre 1883 y 1902. Constaba de un dique exterior
de 1.247 metros de longitud y un dique transversal para el atraque
y servicios comerciales (muelle de Santa Catalina) de 774 metros.
Se construyó así la primera fase de este puerto que
llegaría a ser uno de los más importantes del Atlántico
en su tiempo.
En años sucesivos, durante el resto del siglo XX, aquellas
primeras instalaciones se ampliaron considerablemente, multiplicándose
los diques y los muelles y construyéndose nuevas dársenas
y todo tipo de infraestructuras para los servicios portuarios (almacenes,
frigoríficos, combustibles, astilleros, administración,
transporte, seguridad, etc.). En la actualidad, el Puerto de La
Luz forma parte del complejo de Puertos de Las Palmas y se encuentra
en plena expansión y modernización.
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