Mayo 2001
"Lo canario como inspiración artística. La Escuela Luján Pérez" 

 
 
 

En enero de 1918, de la mano del humanista e ideólogo Domingo Doreste, “Fray Lesco”, y con la visión novedosa y dinámica de Juan Carlo, abre sus puertas la Escuela Luján Pérez con el propósito de constituir un centro de perfeccionamiento del arte popular desde la convicción de que en la virginidad de la expresión del pueblo se encuentra el filón inagotable de los recursos humanos. Empeñados en lograr un arte sintético de las formas y los tipos isleños, la Escuela llegó a convertirse en la cuna de un arte canario moderno fundamentado en la observación directa del paisaje (del que extraen los elementos distintivos), y el redescubrimiento de la tradición artística aborigen, lo que da como resultado una impronta de escuela conocida como “indigenista”. El éxito de esta búsqueda plástica se plasmó en las rotundas y expresivas telas de Felo Monzón; en las piedras y maderas de Plácido Fleitas y Eduardo Gregorio; en el estatismo campesino de Santiago Santana; en el brillante luminismo de Jorge Oramas; en las maderas grabadas de Juan Jaén o en los murales dramáticos de Jesús Arencibia.
Como “último indigenista canario” que asume el aprendizaje de sus antecesores, lo interpreta y dota de planteamientos nuevos y diferenciados, se encuentra el atractivo artístico del galdense Antonio Padrón.
Con otro lenguaje artístico, pero siguiendo la línea trazada por la Escuela Luján Pérez, a la que estuvo vinculado desde muy joven, Francisco Guerra Navarro (Pancho Guerra) ofrece la encarnación del espíritu popular de la isla en “Pepe Monagas”, protagonista de sus Memorias de Pepe Monagas (1958), sus Cuentos y sus Entremeses. Pancho Guerra dejó inacabado una interesante Contribución al léxico popular de Gran Canaria (1965).

 

 

Personajes