Se inicia la enseñanza en la isla en
época temprana (casi con la llegada de los conquistadores)
pero en situación muy precaria, mediante establecimientos
que estaban en las escuelas parroquiales
y conventuales (franciscanos, dominicos,
agustinos y jesuitas) y que habrían de sufrir vaivenes y
altibajos. Para la formación superior, la de la clase eclesiástica,
consta históricamente que los dominicos tuvieron una Cátedra
de Gramática latina en el Cabildo
Catedral de Las Palmas hacia mitad del
XVI, y que se amplió esta dotación en 1616 con otra
Cátedra de Teología. La Compañía
de Jesús, que
había llegado a Canarias en 1679, fundó dos colegios
en las islas; uno de ellos en Las Palmas de Gran Canaria, en 1697,
en donde según cuenta
Viera y Clavijo “se dieron clases de gramática
y de primeras letras”. Los primeros avances en la enseñanza,
muy tímidos, sólo llegaron a partir del siglo XVIII,
época en que se hizo inaplazable la tarea de abordar la instrucción
general. La convicción coincidía con los intereses
de la monarquía ilustrada, especialmente representada con
las ideas del rey
Carlos III, y varias reformas se llevaron a cabo en las islas
durante su reinado; pero no debieron ser muy eficaces porque el
nivel del analfabetismo al final del siglo era muy elevado. Marcó
un hito en ese siglo la fundación del Seminario
Conciliar de Las Palmas, en 1777,
por el ilustrado Obispo
Cervera o Servera lo que supuso el inicio de la educación
en niveles secundarios y superiores. El Seminario permitió
la asistencia de jóvenes orientados a estudios civiles de
carácter medio o superior y logró elevar la formación
del clero. En 1810 se creó en este Seminario la Cátedra
de Matemáticas. Y en 1897, la Institución pasó
a ser Universidad Pontificia.
En 1845 se fundó el Colegio
de San Agustín como “Instituto
Elemental de enseñanza primaria y secundaria", de carácter
privado –ya que no pudo ser público- bajo los auspicios
del Gabinete Literario
y el mecenazgo de muchos ciudadanos, como Antonio
López Botas, quien, además, asumió la dirección
entre 1845 y 1881. El Centro abriría sus puertas en una casa
de la calle Santa Clara (hoy Doctor Déniz), luego en el Convento
de San Agustín, y cuestiones económicas lo harían
itinerar por otras sedes. En este Centro estudiarían las
generaciones de canarios nacidos a partir de 1840; llegó
a contar el colegio con unos dos mil quinientos alumnos, que lograron
mejorar el nivel cultural, económico y político de
la isla Hubo nuevo intento de Instituto
en 1868, que llegó a funcionar en el antiguo Seminario, pero
costeado por los Municipios de Gran Canaria. El Centro se declaró
oficial en 1870 pero fue suprimido en 1876, al parecer, por discrepancias
surgidas respecto a los métodos de los profesores, considerados
como demasiado avanzados para la época.
Por fin, en 1916, se creó el Instituto
General y Técnico de Las Palmas por
iniciativa del Cabildo de Gran Canaria, que tuvo que sostenerlo
con sus fondos hasta 1919. Apoyaron la idea de su creación,
desde Madrid, Benito Pérez Galdós y el diputado Leopoldo
Matos. “Benito
Pérez Galdós”
fue el nombre del centro desde 1920; pero fue omitido entre 1939
y 1959. La nueva institución tuvo primera ubicación
provisional en el número 30 de la calle Pérez Galdós,
luego en un edificio de nueva planta la calle Juan de Quesada (el
mismo que más tarde sería Hospital Militar, y hoy
es sede del Rectorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria).
Posteriormente, el Instituto hubo de trasladarse al antiguo Colegio
de los Jesuitas y, más tarde, al Centro técnico de
la calle Canalejas. Por fin, tuvo edificio propio, en 1959, y en
la calle de Tomás Morales (una década más tarde
sería demolido por amenaza de ruina). Fue este Instituto
el primero sostenido con fondos públicos; y sería
el único de la isla hasta el final de los años cincuenta.
Su primer director fue Juan Melián
Alvarado; y uno de los primeros catedráticos
llegados al centro desde la Península, fue Gonzalo
Pérez Casanova, que tomó la dirección en
1927.
A partir de entonces, y sucesivamente, la segunda enseñanza
oficial en Canarias se amplió y se universalizó al
ritmo de la del resto del país: primero el bachillerato elemental
y el superior, antes de la ley General de Educación de 1970;
y la segunda etapa de la E. G. B. y el Bachillerato Unificado y
Polivalente, tras aquella Ley. Y con ello se multiplicaron los Institutos
oficiales de segunda enseñanza. Hoy, el paso de la Ley
del 70 a la LOGSE
de 1990, ha cambiado profundamente la situación; nuevos centros
han nacido y los anteriores han adaptado sus estructuras a los ciclos
actuales de Educación Primaria, Educación Secundaria
Obligatoria, Bachillerato, y Ciclos formativos de Formación
Profesional.
Paralelamente (y nos referimos ahora a los años treinta del
siglo XX y en adelante) habían ido surgiendo o consolidándose
Centros de enseñanza no públicos
que impartían bachillerato; muchos de ellos estaban regentados
por órdenes religiosas y funcionaban desde años anteriores
a la Guerra Civil. Nombraremos los principales, teniendo en cuenta
la separación por sexos (obligada durante mucho tiempo).
Entre los masculinos: el San Ignacio
de Loyola, de los jesuitas (se había
fundado en 1917); el Colegio Corazón
de María, de claretianos; el Colegio
Salesiano (durante mucho tiempo, sólo
de primaria), y los colegios de los hermanos de La
Salle, en Arucas y en Agüimes. Entre
los principales colegios femeninos: el del Sagrado
Corazón, ubicado en la zona de
Tafira; el de San José,
de las Dominicas,
en la capital (zona de Triana) y en Teror; y el Santa
Teresa de Jesús de las Teresianas,
primero en Vegueta y luego en la zona capitalina de Ciudad Jardín.
Un colegio privado importante fue el Viera y Clavijo, situado en
Vegueta junto a El Museo Canario,
nacido en 1932 y que tuvo fama de reunir buen profesorado en un
ambiento abierto y liberal: uno de ellos,
Pedro Cullen, uno de los fundadores y de los más recordados
de entre sus profesores. También existía el
Colegio Alemán, un colegio bilingüe
nacido en los años treinta y que estuvo subvencionado por
el Gobierno alemán durante mucho tiempo. En 1965 se crea
Radio Ecca,
un interesante proyecto nacido para difundir enseñanza a
través de las ondas, que desempeñó importante
papel en la lucha contra el analfabetismo y que, con otras perspectivas,
continúa su labor hoy. De los Colegios citados, algunos han
muerto en el camino y otros continúan su labor, adaptadas
sus estructuras administrativas y docentes a los nuevos tiempos.
Los estudios artísticos y
profesionales, a pesar de su enorme importancia
para el desarrollo cultural de un país, han quedado relegados
a la consideración de “complementarios” frente
a otros estudios más utilitarios. En cuanto a la música,
sabemos que en la Capilla de Música de la Catedral de Las
Palmas, desde el siglo XVI, se enseñaba canto a los niños
del coro y se cuidaba la calidad de la enseñanza musical
impartida. En 1786 se inauguró, muy cerca de la Catedral,
el Colegio de San Marcial del Rubicón,
que estaba destinado a los niños del coro a quienes se enseñaba
gramática, latín, música y dibujo, además
de las primeras letras. La Sociedad
Filarmónica desde su fundación,
apoyó enormemente no sólo la música sino su
instrucción. Y grande era el interés de la sociedad
grancanaria por este arte, pues fue iniciativa social la decisión
del traslado de Agustín
Millares Torres a Madrid para recibir formación musical;
espléndida la recibió, por cierto, y pudo luego trasladar
su experiencia a la isla. La Sociedad Filarmónica tuvo su
Academia de Música.
De ella nacería el Conservatorio
de Música que se desarrolló
bajo la dirección del maestro Gabriel
Rodó como Conservatorio Elemental, a cargo del Ayuntamiento
de la capital. Cambiado su estatus, hoy funciona como centro oficial
dependiente de la Consejería de Educación de la Comunidad
Autónoma (Conservatorio Superior de Música). Y se
han creado, al amparo de ley de enseñanza LOGSE,
las Escuelas de Música y
Danza, dependientes de Ayuntamientos
y Cabildos, que cuidan de las enseñanzas musicales para principiantes
o aficionados. No está de más recordar aquí
el papel de formación y divulgación musical que han
supuesto los conciertos escolares,
tanto en la etapa en que Marçal
Gols asumió la batuta de director
en la orquesta Filarmónica (años setenta) como en
la actualidad, que se mantienen desarrollados con esplendidez por
la Fundación Orquesta Filarmónica
del Cabildo de Gran Canaria. La primera
escuela de Dibujo
grancanaria nació al amparo de la Real
Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas
y fue creada por el obispo Martínez de la Plaza e inaugurada
en 1787 con Diego
Nicolás Eduardo como director, a quien seguiría
en el cargo el imaginero Luján
Pérez. En esa línea artística, la escuela
Luján Pérez, creada en
1918 por Domingo
Doreste, “fray Lesco” con apoyo de la intelectualidad
local, fue un centro artístico de gran interés para
la enseñanza y difusión de las artes decorativas en
general y del dibujo y la pintura en particular. Esas enseñanzas
han continuado hasta hoy en la Escuela
de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos
y, por fin, en las Escuelas de Arte,
que recogen las modalidades de las enseñanzas de las artes
en general y de las plásticas en particular.
Los estudios superiores
del siglo XIX en Gran Canaria contaron con la Escuela
de Comercio, creada en 1844 con carácter
privado; se convertiría en pública en 1913 y, por
fin, sería centro independiente en 1962. También contaron
con la Escuela Mercantil
(1852) y la Escuela Normal Elemental
de Maestros (1853), unos centros pioneros
a los que se unirá, ya en el siglo XX, la Escuela
Superior de Industrias (1901), cuyo ciclo
elemental comienza a ser impartido en Las Palmas de Gran Canaria
en 1902 y cuyo primer director fue el ingeniero Juan
de León y Castillo. En su historia, esta escuela ha pasado
por distintos nombres y estructuras, hasta llegar al actual de Escuela
Universitaria Politécnica.
A partir de su nacimiento, será el Cabildo Insular el impulsor
de los nuevos Centros. En 1968 empezaron a impartir sus enseñanzas
la Escuela Superior de Ingenieros
Industriales de Las Palmas (creación
oficial en 1974) y la Escuela Técnica
Superior de Arquitectura (creación
oficial en 1973), y ambos centros, con el resto de los técnicos,
acabaron integrándose en la Universidad
Politécnica de Las Palmas, que
se creó en 1979 y que a partir de 1987 se llamó Universidad
Politécnica de Canarias. Mientras
tanto, en 1972, abren sus puertas dos nuevos espacios para la enseñanza
superior: la Sección de Las
Palmas de la Universidad Nacional a Distancia (UNED),
y el Colegio Universitario de Medicina
en Las Palmas. El primero de estos centros
fue una iniciativa nacida para abrir el horizonte de los estudios
superiores a muchos grancanarios; y el proyecto se ha ido consolidando
hasta llegar a ser Centro Asociado
de la Institución Nacional en 2000. El Colegio Universitario
se ubicó cerca del Hospital Insular e impartió sólo
estudios de Medicina durante diez años; pero tras la intensa
movilización ciudadana pro-universidad de 1982, el Cabildo
amplió su función añadiendo allí la
docencia de los primeros ciclos de Derecho y Filología; y
en 1983 las de Geografía e Historia. Por fin, en 1986 la
Universidad de La Laguna acogerá como propio el Colegio Universitario
de Las Palmas, con todos sus estudios (“Centros de La Laguna
en Las Palmas”), permitiendo al Cabildo un merecido respiro
económico.
Cuando, después de muchos avatares, 1989 vio nacer la Universidad
de Las Palmas de Gran Canaria, todos
los centros superiores de Gran Canaria fueron adscritos a ella,
tanto los ya citados como otros que fueron naciendo en esos años
y los inmediatamente después, y que abarcaban estudios de
Telecomunicación, de Ciencias del Deporte, de Informática,
de Ciencias del Mar, de Enfermería y Fisioterapia, de Veterinaria,
de Ciencias Económicas y Empresariales, de Traducción
e Interpretación.
Otra importante iniciativa del Cabildo Insular fue la Universidad
Internacional de Canarias Pérez Galdós,
que nació en 1962 y se reglamentó en 1971, adscrita
a la Universidad de La Laguna y radicada en Las Palmas de Gran Canaria.
El decreto de creación la avalaba como Centro para impartir
Cursos de Lengua Española para Extranjeros y otros de índole
superior “según los modelos de la Menéndez Pelayo
de Santander y la Hispanoamericana de La Rábida (Huelva)”.
Comenzó sus actividades desde 1962, con el catedrático
Manuel
Alvar como director y con Alfonso
Armas Ayala como secretario. Tuvo su sede en la Casa de Colón
del Cabildo Insular e impartió sus cursos en ese mismo espacio,
en otro cercano de la calle Balcones y en aulas del Hotel Santa
Brígida. Funcionó espléndidamente primero y
fue languideciendo después, por diversos problemas. La reorganización
universitaria canaria de 1989 y el desarrollo en ella de la Ley
de Reforma Universitaria acabó por propiciar su desaparición.
Muy relacionadas con la enseñanza han estado siempre las
Bibliotecas,
aunque rebasa su concepto el del mundo del aprendizaje para extenderse
a la generalidad de la demanda de cultura o de conocimientos, en
general. Las primeras bibliotecas nacieron al calor de los Centros
de Enseñanza; o a la inversa. Y no eran públicas,
sino que se reservaban a los estudiantes o aprendices. Seguramente,
la primera biblioteca organizada de Canarias, fue la de la Catedral
de Las Palmas. Y una espléndida
biblioteca tuvo el Seminario Conciliar.
Durante muchos años, la Biblioteca
del Instituto General y Técnico
fue la biblioteca escolar más importante. Y muchas la han
seguido en distintos Centros de Bachillerato. Hoy la Biblioteca
Universitaria es la más importante
de las relacionadas con el mundo de la enseñanza. Tiene su
sede central en un edificio propio del Campus Universitario de Tafira,
pero reparte sus fondos entre otros espacios de la Universidad.
El concepto de Biblioteca Pública
abierta a la expansión general de la cultura, es moderno.
Hay Bibliotecas públicas en los municipios, y también
relacionadas con Instituciones. La más importante es, sin
duda, la de El Museo Canario,
hoy una de las más completas del Archipiélago. Contó
desde su creación en 1879 con los fondos de Gregorio
Chil y Naranjo y ha ido nutriéndose ampliamente de bibliotecas
particulares y fondos de procedencia diversa; el conjunto de su
biblioteca general, su archivo histórico y su hemeroteca
son un auténtico tesoro para el estudioso. Digna de mención
es también la Biblioteca
Insular del Cabildo de Gran Canaria,
en su sede de la Plaza Hurtado de Mendoza o en los espacios especializados
de la Biblioteca Simón Benítez Padilla (trasera de
la Catedral) o de la Casa Museo Pérez Galdós.
La Biblioteca Pública Insular
fue creada en 1967, aunque había empezado su andadura mucho
antes, desde 1932 y constituye un centro importante de animación
al estudio, a la indagación o a la formación cultural,
para personas de todas las edades. En 1962 el Cabildo cedió
para su ubicación la planta baja de un edificio de la calle
Tomás Morales. En 2002, la ahora llamada Biblioteca
Pública del Estado de Las Palmas de Gran Canaria,
ha estrenado nueva sede en la calle Muelle de Las Palmas, casi sobre
el terreno que ocupara el antiguo malecón del muelle de San
Telmo.
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